viernes, 16 de diciembre de 2016

DÍA 15 / LIBRO 15: Rebeldía onomástica

Poser, Walter P. ¿Qué tiene de malo Mayo? Buenos Aires: Riderchail, 2016.

La colección Letras Animadas, de Riderchail, se agranda año tras años, sumando títulos muy distintos entre sí, lo que logra que el conjunto de la colección sea una propuesta cada vez más rica y variada.  
Una de las novedades de este 2016 es ¿Qué tiene de malo Mayo?, el segundo libro del autor integral Walter Poser. Comparte con su primera obra, ¡Ánimo, animales!, el punto  de vista humorístico y apasionado del narrador, tanto desde el texto como desde la imagen. La causa lo convoca y él, como mirando de reojo con desdén, nos hace ver las enormes contradicciones que encierra nuestro mundo discursivo de todos los días y sus prejuicios lingüísticos.     

La familia Díaz ya eligió el nombre de su hijo recién nacido: Mayo. Mamá Agostina, papá Julio y la pequeña Abril lo tienen más que decidido. Por supuesto, no les parece raro en lo más mínimo. Pero parece que al resto de la gente sí.
De esta manera, todo el libro relata la odisea que se vuelve para esta familia el trámite para darle un nombre oficial a su hijo. Registrar una identidad para que forme parte de la sociedad. Desde que ingresan al edificio del registro civil, los padres de Mayo no dejan de ser cuestionados por la elección del nombre de su hijo. Que ese nombre no existe, que van a burlarse de él en la escuela, y bla bla. Razones que hablan del carácter conservador de ciertas prácticas sociales, que por suerte son desoídas por los tenaces Agostina y Julio.



¿Quién decide que algunos meses pueden ser en sí mismos o derivar en nombres de personas y otros no? ¿Por qué se dan esas arbitrariedades en el uso del idioma? Poser desafía a los custodios de las normas exponiendo una larga lista de nombres propios muy usados que son, sin embargo, nombres de cosas o combinaciones ridículas. Así vemos dibujos literales de Celeste, Azucena, Marcos, Candela y Dardo. Y entran en escena personajes como Domingo De Franco, Paloma Ahumada y Armando Torres. Todas estas muestras les sirven a Agostina y Julio como argumentos para su causa.


Por supuesto, la enumeración continúa. Seguro que al lector le aparecen en la mente muchísimos nuevos ejemplos. La idea es realizar un ejercicio para desnaturalizar el lenguaje de los nombres, esos que usamos diariamente y también aquellos probables, y darles a las palabras mayor relieve y profundidad.

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