lunes, 7 de mayo de 2012

Como una distancia

por Luciana Murzi


Sobico, Andrés y Adamo, Paula. Como una guerra. Buenos Aires: Del Eclipse, 2012.





Ya en 1933, Walter Benjamin señaló la incapacidad narrativa del sujeto en términos de experiencia como el nuevo signo de la época moderna. Las experiencias cotidianas vivenciadas por el hombre ya no pueden volverse material narrable, enunciado de circulación social. El punto de origen de este enmudecimiento es, para Benjamin, la Primera Guerra Mundial. 
“Con la Guerra Mundial comenzó a hacerse evidente un proceso que aún no se ha detenido. ¿No se notó acaso que la gente volvía enmudecida del campo de batalla? En lugar de retornar más ricos en experiencias comunicables, volvían empobrecidos. Todo aquello que diez años más tarde se vertió en una marea de libros de guerra, nada tenía que ver con experiencias que se transmiten de boca en boca. Y eso no era sorprendente, pues jamás ha habido experiencias tan desmentidas como las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano. Una generación que todavía había ido a la escuela en tranvía tirado por caballos, se encontró súbitamente a la intemperie, en un paisaje en el cual solamente las nubes seguían siendo iguales. Entre ellas, rodeado por un campo de fuerza de corrientes devastadoras y explosiones, se encontraba el minúsculo y frágil cuerpo humano”, indica Benjamin.
Frente a los grandes discursos de la Historia que elaboran los centros de poder, la experiencia del sujeto dejó de ser un relato legitimador. 
Como una guerra, este magnífico libro álbum escrito por Andrés Sobico e ilustrado por Paula Adamo, traslada la propuesta benjaminiana a una situación de guerra más próxima a los argentinos: la Guerra de Malvinas. La expropiación de la experiencia de los combatientes funciona de la misma manera: mediante el mismo enmudecimiento. Solo una vez el tío del protagonista le habló sobre su participación en el campo de batalla. El protagonista escuchó y transmite, negándose a ese destino de inacción del narrador moderno. Sin embargo, no cuenta con el relato completo de la experiencia de su tío y tampoco con el relato oficial sobre la Guerra de Malvinas. 
Es una época de revisión (ideal para que se publiquen libros como este), pero aún no hay un discurso social unificado de lo que simbólica e ideológicamente significó la Guerra de Malvinas para el pueblo argentino. “Pero lo diferente era que esta vez los buenos eran los malos... o algo así”, intenta explicarle el protagonista a su incrédulo amigo-interlocutor. Pero, claro, no puede y se queda en la exposición confusa. Otro punto que señala el libro es la cercanía y la distancia del proceso histórico. Se usaron armas igualitas a las de las películas de guerra en blanco y negro, películas importadas. Sí, pero ni fue ficción ni pasó hace mucho tiempo. Muchos combatientes son actualmente actores sociales activos, gente viva, narradores que no pueden narrar su propia experiencia. Sobico y Adamo entreabren la puerta para una esperanza: la de saber que, al menos, hay oídos que sí quieren escuchar esos relatos y reproducirlos.  

1 comentario:

Coni Salgado dijo...

Digo que esta reseña está buenísima! besos Julis