lunes, 21 de septiembre de 2009

Las adaptaciones y la literatura (con mayúscula): ¿grandes amigas o eternas rivales?

Se me han cruzado dos textos y no los puedo desatar. Se trata de Un capote de primera - La nariz andariega de Didi Grau y el artículo "Adaptar = Divulgar" de Marc Soriano.

Soriano expone las diferentes ópticas desde donde se puede mirar el ¿problema? de la adaptación. Adaptaciones que permiten a las editoriales hacer colecciones uniformes, donde La cabaña del Tío Tom es un resumen de colegial y Pulgar
cito se convierte en una novela extendidísima. Este aspecto comercial es criticable, pierde de vista la idea de que cada texto es por sí mismo y, si bien las colecciones ordenan y jerarquizan, no hay que dejarse llevar por el criterio unificador.
Para los que están en contra de la adaptación, la cosa es simple. Dice Soriano: "una obra de arte es un organismo vivo que tiene su ritmo, su equilibrio y su respiración propia. Adaptarla es privarla de sus correspondencias secretas, de su espesor". ¿Hay necesidad de facilitarle al joven lector la obra, cuando es posible esperar un tiempo más y darsela entera? Los defensores también tienen argumentos sólidos: es importante ofrecer lecturas apasionantes, más allá de su condición de grandes obras, y la pasión por la lectura (antes de que sea demasiado tarde).

La receta para una adaptación posiblemente exitosa es: un poco de canon actual (que goce de buena salud) + una editorial alerta + un autor dispuesto a meterse en las profundas y espesas aguas de otro autor. Es muy factible que de este otro autor nos separen 200 años y miles de km. Y esto significa que no hay nadie a quien consultarle, nadie con quien discutir, nadie. Habrá sí, con suerte, estudios críticos. Páginas y páginas, diferentes apreciaciones e inclusive diferentes traducciones.


Y Didi Grau se metió en las aguas de Gogol y salió triunfante. Si bien Soriano trata las adaptaciones en tamaño y no respecto del género, me parece también una reflexión válida. Didi Grau tomó "El capote" y "La nariz" y las hizo obras de teatro. Sonoras, rimantes, graciosas, frescas.
Marc Soriano cierra su artículo equiparando la adaptación con la divulgación: la traducción de lo científico a un lenguaje accesible a la mayoría. Siguiendo esta lógica, la editorial Crecer Creando está, de algún modo, democratizando la Literatura.

Creo que los docentes pueden trabajar en clase con los dos textos (original y adaptación) y ver las diferencias en cuanto a la forma de narrar, pensar si los personajes y los lugares se ven distintos. En definitiva, encontrarán a dos grandes autores, a dos grandes amigos de la literatura (con mayúscula).

Grau, Didi. Un capote de primera - La nariz andariega. Buenos Aires: Crecer Creando, 2009.
Soriano, Marc. "Adaptar = divulgar" en Incluso los niños. Apuntes para una estética de la infancia. Complilado por Maité Alvarado y Horacio Guido. Buenos Aires: La Marca, 1993.

3 comentarios:

Inés Castellano dijo...

Adaptar, ¿no es siempre un acto comercial, en definitiva? Por lo menos, de seguro es una decisión editorial.

A.S dijo...

Hola Julianas, soy Andrés Sobico, autor de "Caperucita Verde y otros Clásicos Recargados" publicado por Norma para su sello Siete Vacas.
Como sospecharán la masa que usé fue varios de los clásicos; y aunque mi libro está visto como "humorístico", la substancia con la que realmente trabajé fueron los miedos. Todo clásico tiene ese fondo de miedo sobre el que está construído, tambien es sabido que reírse de ellos es muy liberador.
Sin hacer la baratura de modernizarlos puerilmente, el trabajo fue buscar miedos equivalentes, (o que ahora se llamen distinto que hace 3 siglos).
Visto desde allí, una adaptación puede ser literatura (Graciela Cabal con la biblia se me ocurre ahora)o un librito de 8 hojas con un Peter Pan hiperadaptado y que vuela como mosca en un frasco.
un saludo

Didi Grau dijo...

Lucía: agradezco tu comentario y me pone feliz que mi libro te haya gustado. Lo hice con mucho placer porque además de gustarme mucho escribir teatro, admiro a Gogol, a su obra y a su capacidad de observación sicológica. Y además el tema de la burocracia en Rusia, esas oficinas del estado, tan vigente siempre, ¿no?
Un saludo